sábado, 30 de diciembre de 2006

maldición del fuego




después

de la batalla

entre el humo

y la sangre

que repta tibiamente

mientras los otros

revisan los cadáveres

buscando anillos

muelas de oro dólares

y entran en las blancas

casas destruidas

apoderándose de los cubiertos de plata

los bonex las ajenas vulvas

yo me siento

en la arena

recojo un caracol

una piedra un pequeño

vidrio de botella

mientras pienso

alucinado

que debo inventar

cuanto antes

un nuevo combate.

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