viernes, 26 de enero de 2007

yo la de entonces, ahora (o cuando eurídice tienta a orfeo)




la tentación


golpea tan feroz dentro como la zarpa
de un yaguareté


entonces con ese regusto a sangre e intemperie


miro hacia atrás
al Otro Reino
donde todo “diventa un’ altra cosa”
(nada expresa en español tan bien la idea)


a mis espaldas todo cambia se transforma


el paisaje se mueve


su permanencia es efímera
aparece/desaparece


equilibrio en desequilibrio
(alguien hoy deberá mojarse los pies)


¿Sienten chillar a los monos ?


un espacio fantasmal


con su carga de verdes mas verdes alimañas


como esas extrañas islas de los esteros
del Iberá


que ahora están ahora no están


-un mundo flotante
como el del artista de Ishiguro-


todo perpetuamente en cambio
mutante oloroso
a raíces y orquídeas en medio del humus


rotando

puedo leerme/lamerme a mí misma
en la luz


del crepúsculo
que entra anaranjada
rabiosa


llorar
por la pobre tipa que escribió
esa necia carta a un necio


tan lejos en el tiempo de la que soy


compadecerme (en el sentido de padecer con)


por aquella mina de la que no conservo casi nada


salvo los libros
la música
las piedras semipreciosas
cierta forma de cocinar las hierbas
que siembro recolecto
respetando las estaciones que transcurro/en


o algunos secretos que la vieja geisha me pasara


-cómo depilarme para tener la piel mas tersa
-cuándo usar medias de seda o transparencias
- trazos de Kohol sobre la redondez del párpado
-formas de poner sobre la mesa un mantel de coco
-o de asaltar sus bolsillos mientras el que se cree mi amo
duerme


La arrogante intelectual que vivía en casa con jardín y niños y perros
es una silueta desquiciada que sólo a veces
                                                             con luna clara


se alcanza a adivinar pasando tras los árboles puertas.

párpados de doncella




tantas noches una noche


me siento


te miro


casi mansamente


(ensayo párpados de doncella)


te escucho hablar hablar


siempre dentro del espiral de tu ombligo


desviás de un revés


aquello que no querés pensar


-mis flechas con curare te molestan como moscas-


no rasco mas de lo que se ve


aunque soy mas persistente que penélope


intentás una sonrisa de gentleman


ante la que te conoce los gestos mínimos




cuando te alejás


sólo veo tu espalda descubro


que en este tiempo


lo hemos perdido casi todo.




Poco más que arena


que se espanta muta con el viento.