martes, 17 de noviembre de 2009






Ninguna Bruja se arrodilla


ante Nadie


a no ser con fines


eróticos...




En medio de la peste


pasan los pájaron pasan las bestias


sin dejar huellas


en el aire en la tierra


qué extraña esta falta de angustia


esta ausencia de sombras


en mi lado oscuro




Parada invencible

Sobre la ladera del volcán.

oficio de palabras






Estoy perdiendo el oficio

pensó la orfebre

reproducir el lomo liso y brillante

de una piedra de agua

una gota resbalando por la piel tersa

de un pétalo

el olor agrio del humo

la tierra mojada

el pan saliendo de un horno de barro

el color pálido de las flores al borde de la fuente

el tacto de una cáscara de almendras

el gusto de la sal y de la miel




Las palabras se escapan como ninfas

que corren

de los viejos sátiros a través del bosque de encinas.

cata vertical



Me despiertan la sed
como si flotara en medio de la arena roja la mano
derecha acalambrada
(este rocinante que cada dia aquieta más el paso)
el ladrido
del minúsculo perro que le compraron
a la vecina de enfrente.


Otra siesta otra noche
de soñar   el mismo sueño
Ese, el mismo, el que no lleva
a ninguna parte.    Pienso
entre brumas que debo regar
las plantas del balcón     el bonsai
para no extrañar tanto
a las otras que qedaron tan lejos     en el pinar
hacer un rico café para tomar
cortado
buscar un anillo que creo haber perdido
y sentarme
a leer los poetas provincianos  surrealistas   revalorados
las poetas mal de la cabeza     las poetas lesbianas
beber
sus poemas como cato    el vino
a sorbos
calentándolos en la boca y escupirlos
para dentro. Que lluevan sobre el huertito.

los fuegos




Una cocina en penumbras

soleada apenas por la luz de las dicroicas

el brillo de los cucharones cansados

las ollas de cobre boca abajo

los Fuegos apagados al final del día

rumores de voces fantasmas

las especias los aromas contenidos en los cuencos

una sinfonía

un silencio mágico un instante detenido

cargado de significados

un calor en el pecho como cuando me enamoraba

la certeza de estar en el lugar justo

para siempre

lo mismo qe sentirá aquel que vuela en parapente

mirando las montañas desde lo alto.

la equilibrista




Como una piedra una cebolla
un maniquí
he ido en capas
despojándome
mientras camino desnuda
hacia la muerte

Como todos


En equilibrio inestable
parada en esta soga
de circo
poco queda ya de mis ropajes
de mis tules
de mis sucesivas pieles
la esperanza
la ideología
los que crié y sigo amando
los que amé y no me vieron
los espacios
que caminé y me cobijaron
los sueños los libros


fueron cayendo de a uno
sobre la arena de la pista


tan cerca del vacio...

amanita muscaria




Una bruja ensoñadora de pelo
a la cintura en la noche
de llovizna
espera el bus


cuenta recuenta en su mano izquierda
las lunas que faltan

sus herramientas de cocina
apretadas en una bolsa rosa su pequeño dulce
caldero entre las piernas


Tan vulnerable. Tan invencible.