sábado, 30 de diciembre de 2006

la bala




han caído


a/pro/xi/ma/da/men/te


como hojas o soldaditos


días dos mil quinientos cincuenta y cinco


no es una cifra despreciable


Si pensamos en


las lágrimas


tantas que erosionaron la tierra como pezuñas


los ires y venires


zapatos valijas escaleras mecánicas


las noches


pantallas blancas de tanto insomnio
la insistencia
en los mismos errores
una vez
otra vez
y otra más...


los intentos vanos
sin poder llegar al otro lado de huertas malas


la negativa a darme cuenta


vendas y más vendas


los cuencos de arcilla hechos pedazos
los misterios la seducción los hechizos
engaños y autoengaños


(de esos que tanto se usan)


ahora que han transcurrido
digo


ciegos celosos obtusos dolorosos enajenados


días


que cayó la ficha (¿en el teléfono publico? ¿en el tragamonedas?)


que la obsesión no existe ni el patético sentimiento


Que hago me pregunto
con la presencia palpitante
en el ropero
de una bala amarilla lustrosa solitaria
dormitando
en el cargador
bala inútil bala frustrada bala loca desorientada bala
con esplendor reclama
el para qué
la carne nunca perforada
la sangre fresca como graffiti en las paredes.

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